ENTES I: Introducción - Investigación y concepto

Entes es un montaje en el que se exhiben esculturas en movimiento elaboradas en cerámica de gres, tejido y tela, una serie de fotografías en gran formato y una retícula de varias piezas cerámicas de distintos tamaños.

Desarrolladas como resultado de una investigación asociada a la potencia del rostro como elemento transformador de la identidad. En esta propuesta artística se pretende plasmar desde la escultura, la fotografía y el performance diversas preguntas sobre la presencia de lo oculto y la potencia del ser en la construcción de personajes.

El uso de las máscaras como objetos que ha evocado en distintas culturas la presencia y rastros de imaginarios colectivos ha sido un aspecto que ha motivado las reflexiones sobre la materia y la resolución de dichos elementos en la construcción de rostros.

Estos semblantes huecos, cuyo gesto se mantiene en armonía cuando el movimiento y la esencia de un cuerpo humano les ocupa, inevitablemente invita a explorar el mundo de lo oculto.

¿Serán humanas las proximidades que develan el gesto de otros seres?

Puede que en la catarsis que ofrece el arte haya nacido la forma del espejo que habitan en quien crea, y que todos estos rostros son solo los semblantes de una sola experiencia. Aún así, es en la presencia del objeto, en la construcción de miradas ausentes lo que ha permitido encarnar la identidad del ente en inertes cuerpos que habitan el mundo físico, y que gracias a la esencia vital del arte, asumen una apariencia fuera del difuso espacio de la mente.

Las referencias y representaciones que reproducen la presencia de lo oculto han encaminado esta exploración hacia otras perspectivas de la realidad, de las cuales, han logrado manifestar el vínculo que existe entre lo humano y lo no-humano, permitiendo que el reconocimiento de aquello que pareciera ser interpretado por la metáfora, el inconsciente o incluso por la misma fantasía, se apropie de la relación humana con su propia expresión, el arte.

El efecto transformador que tiene la ocupación de las máscaras como parte de una presencia aparentemente alejada de lo humano pone en manifiesto algunas preguntas sobre lo que para algunos es magia y para otras personas es arte.

Esta propuesta que parece ocupar una amplia conceptualización sobre la potencia del ser y la identidad puede ser descrita sencillamente como otra forma de concept-art, donde la resolución de elementos que conforman la escultura habrían de darle otro campo fuera de sus convencionalidades con el fin de enunciar la multiplicidad de aspectos que toman los imaginarios ocultos e inconscientes.

La intención por retratar a los entes en estas “esculturas vivientes” ha desenmascarado aspectos que figuran en imaginarios propios, y que convergen con la identidad de otras culturas que han logrado integrar el arte como una forma de relacionamiento con el mundo interno y externo.

Si bien R. Kusch logró manifestar en su ensayo América Profunda (1962), el hedor que nuestros territorios expira se basa en los imaginarios y la relación simbiótica con los espacios que habitan en la memoria de un mundo que pareciera integrar el arte a la propia existencia y sentido de la vida humana.

Es por ello, que al hacer uso de la máscara como dispositivo en el que convergen la presencia del oculto ser que habita en el cuerpo inerte (su objeto), permitirá que encontrarse ocupado el rostro por otro cuerpo (un cuerpo vivo), el ánima del ente evoque una presencia tan real como cualquier otro mecanismo que evoque y exprese vida para el ser humano.

En otras palabras, la existencia del ente se dará cuando el uso del cuerpo se funda como un elemento más de la propia escultura, el gesto de quienes ocupan estas máscaras permite que la materia inerte participe en simbiosis con el cuerpo, revelando la identidad de extrañas presencias, que en su defecto serán consideradas como esculturas vivientes que entrelazan la existencia del gesto de quienes las ocupan con su forma.