Tras los acontecimientos que se han venido gestando a lo largo de estos últimos años, el fenómeno de la deconstrucción histórica ha tenido un fundamento basado en los replanteamientos epistemológicos del territorio latinoamericano (las epistemologías del sur), entendido este último término como un espacio que ocupa tanto las dimensiones de la tierra como la del cuerpo, pues el gesto que describen el derrocamiento de la memoria histórica planteada por las hegemonias pretenden rescatar la identidad de los pueblos originarios, su ancestralidad y la óptica del pasado que las colonias no han descrito.

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En Colombia, particularmente, el derrocamiento de algunos monumentos que empezaron a ser gestados durante las marchas y protestas a mediado del año 2019 hasta la actualidad donde el protagonismo de parte del pueblo Misak ha permitido replantear nuevos significados en la memoria histórica del país. Es así como en este gesto de resignificación los discursos y las ópticas que describen la vacancia de un nicho sostienen la posibilidad de incurrir en nuevos imaginarios donde la representación del "ídolo" sea suplantado por diversos ejercicios retóricos.

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El ejercicio planteado por el colectivo Cas Chiripi estaría basado en el fallido intento por re-monumentalizar la estatua de Sebastián de Belalcázar por algunos habitantes que "resguardaban" la memoria del fundador de la ciudad del Cali en Colombia. 

La fragilidad de sus discursos se hizo evidente cuando la materialidad de este gesto muto en una reproducción de cartón tamaño real, la cual no duró más de un dia cuando la inminente lluvia azotó la colina en que se ocupaba el nicho. 

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La formulación de una propuesta tamaño a escala permitió que diversos artistas re-apropiaramos la misma acción para plantear nuestros propios derrocamientos, y de este modo, abordar desde la sátira y la crítica discursos que defienden la deconstrucción que globalmente se ha tenido tan presente en estos tiempos.